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La clave para evitar la ceguera: anticiparse a la cronicidad del edema macular diabético

El edema macular diabético (EMD) es una enfermedad que puede desembocar en ceguera irreversible si no se trata a tiempo. Los expertos apuntan a la necesidad de anticiparse a la enfermedad y sus estadios más graves para conservar la visión y ayudar a mejorar la calidad de vida de sus pacientes. Esta fue una de las conclusiones del congreso Management of Diabetic Macular Edema: Bridging the real-world efficacy gap. El encuentro fue celebrado durante el 22º Congreso de EURETINA que este año ha tenido lugar en Hamburgo, Alemania. El doctor Javier Zarranz-Ventura, especialista en Oftalmología en el Hospital Clínic de Barcelona, y la doctora Patricia Udaondo, facultativa del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario y Politécnico La Fe, constituyeron la presencia española en este encuentro anual.

El EMD es una patología ocular que aparece tras los cambios metabólicos provocados por el mal control de la glucemia en personas con diabetes. Durante el curso de la enfermedad, la mácula (parte de la retina responsable de la visión central y de los detalles) se inflama y acumula líquido. Esta es una de las causas por las que el EMD es la primera causa de pérdida visual en pacientes diabéticos. Aproximadamente el 7,6% de los pacientes con diabetes en el mundo padecen EMD. En España cerca de 300.000 personas sufren esta patología que puede desembocar en ceguera irreversible de no tratarse.

Las nuevas metas de los tratamientos de EMD

El objetivo de los tratamientos del EMD es evitar el deterioro de la mácula. Para ello debe reducirse el edema antes de que este se cronifique y el daño sea irreversible. «La cronicidad del EMD aumenta el componente inflamatorio del edema. Una correcta elección del tratamiento en el momento adecuado, que tenga precisamente en cuenta dicho componente, incrementa la probabilidad de conseguir una mayor ganancia visual», afirma el doctor Zarranz-Ventura. «La forma de lograrlo pasa por conocer, con exactitud, en qué momento de la enfermedad se encuentra el paciente».

La European School for Advanced Studies in Ophthalmology (ESASO) propone una clasificación del EMD según su progresión en cuatro estadios: temprano, avanzado, grave y atrófico. Los más decisivos son el avanzado y el grave, especialmente debido a que la respuesta al tratamiento difiere de forma considerable dependiendo de en cuál de estas dos etapas esté el paciente. Esta clasificación, junto con la utilización de biomarcadores de imagen, favorecen la implantación de la medicina de precisión en el ámbito del EMD.

La importancia de la inflamación en el EMD

Actualmente existen biomarcadores que podrían ayudar a distinguir los EMD en los que la inflamación juega un papel preponderante. Son aquellos que predicen la buena respuesta a los fármacos antiinflamatorios de uso intravítreo. Para detectarlos, es necesario el uso de la tomografía de coherencia óptica (OCT). «Podemos clasificar los EMD según su cronicidad basándonos en biomarcadores detectados a través de pruebas de OCT», explica la doctora Udaondo.

Hasta en un 40% de los pacientes con EMD pueden aparecer algunos biomarcadores considerados inflamatorios. Por este motivo es necesario realizar una correcta medición de biomarcadores, como son el desprendimiento neurosensorial (DNS), presente en hasta el 30% de los pacientes con EMD; la presencia de puntos hiperreflectivos (HRF), con una prevalencia de aproximadamente 41%; el tamaño de los grandes quistes intrarretinianos, que aparecen en aproximadamente el 17% de los pacientes; y el alto grosor macular central (>450µm) que padece el 41,6% de las personas con EMD. «Actualmente, existen dos familias de tratamiento del EMD basándonos en su mecanismo de acción: antiangiogénicos y corticoides antiinflamatorios», explica el doctor Zarranz-Ventura.

Individualizar el tratamiento para evitar la cronicidad del edema macular diabético

Se estima que hay cerca de un 40% de pacientes con respuesta funcional inadecuada a la terapia basada en antiangiogénicos. Por ello es necesario enfocarse en la individualización del tratamiento para evitar una pérdida de visión irreversible en los pacientes con EDM. Además, estudios recientes señalan que los pacientes tratados con el implante intravítreo de dexametasona, a 12 meses de seguimiento, ganan la misma visión con menos inyecciones que los tratados con antiangiogénios. Es por ello que durante la reunión se apuntó al uso del implante intravítreo de dexametasona (Ozurdex) como primera opción terapéutica en determinados perfiles de pacientes. «Los consensos y algoritmos recomiendan el uso del implante intravítreo de dexametasona en pacientes con biomarcadores inflamatorios», ha asegurado la doctora Udaondo durante la reunión.

Entre los algoritmos y criterios para definir el tratamiento más adecuado está muy extendida la observación del cristalino. Esta es la lente que se encuentra tras el iris y delante del humor vítreo y su función principal es enfocar las imágenes. El estado en que se encuentra suele ser una de las primeras cuestiones a tener en cuenta a la hora de elegir qué terapia emplear contra el EMD. «El estado del cristalino no debe ser el criterio para la elección de tratamiento, sino la condición que estamos tratando, es decir, el edema macular que puede provocar ceguera irreversible», concluye la doctora Udaondo.

En suma, conocer el estadio en que se encuentra el edema macular diabético gracias a los biomarcadores de OCT es clave para un diagnóstico y tratamiento acertados.

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