Con motivo del Día Mundial del Vitíligo, la compañía biofarmacéutica Incyte ha puesto en marcha la campaña «Vitíligo: más allá de lo que se ve» para favorecer el conocimiento y concienciación sobre esta patología.

El vitíligo es la enfermedad despigmentante más frecuente que afecta a un 1,6% de la población. Más allá del impacto físico, los pacientes con vitíligo de hacer frente al impacto emocional causado por los prejuicios y discriminación social.

En concreto, uno de cada tres pacientes es diagnosticado de depresión, mientras que tres de cada diez personas con vitíligo tienen ansiedad. «Es una enfermedad que se caracteriza por la aparición de manchas blancas en la cara y en otras partes del cuerpo de forma simétrica, generalmente. Y esto afecta a su vida personal, familiar y laboral», explica el doctor José Luis López Estebaranz, jefe del servicio de Dermatología del Hospital Universitario Fundación Alcorcón.

Una enfermedad autoinmune, no un problema estético

Más allá de las secuelas físicas, el vitíligo tiene un importante impacto emocional en las personas que lo padecen. A diario, se enfrentan al estigma social y la discriminación. Por ello, es necesario más conocimiento y concienciación sobre esta patología. Con esta premisa, y en el marco de la celebración hoy del Día Mundial del Vitíligo, la biofarmacéutica Incyte pone hoy en marcha la campaña «Vitíligo: más allá de lo que se ve». Esta iniciativa cuenta con el aval de la Asociación de Pacientes de Vitíligo (ASPAVIT) y de la Fundación Piel Sana de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

Y es que el vitíligo, pese a no ser una enfermedad grave, ya que no pone en riesgo la vida del paciente, tiene una importante repercusión en la calidad de vida. Así lo corrobora Luis Ponce de León, presidente de ASPAVIT, quien asegura que «el cambio constante que se produce en nuestro cuerpo debido a la despigmentación, más allá de la estética, te afecta mentalmente. En este sentido, la adolescencia suele ser la peor etapa, donde los pacientes tienen que escuchar calificativos como vaca lechera o dálmata, lo que contribuye a la baja autoestima y al aislamiento social de los chavales».

En este contexto, Juan Díaz, director general de Incyte Biosciences Iberia, afirma que «el vitíligo es una enfermedad compleja y aún hay muchas cosas que no sabemos sobre la misma. Nuestro compromiso es marcar la diferencia en las vidas de los pacientes que, como en este caso, tienen una enfermedad menos común y no por ello menos importante ya que tiene un considerable impacto emocional sobre ellos y su entorno».

Vitíligo, más allá de lo que se ve

La campaña «Vitíligo: más allá de lo que se ve» se inicia hoy en Madrid mediante un autobús que recorrerá las calles hasta el 1 de julio para concienciar y sensibilizar sobre esta enfermedad. El mismo circulará también por Barcelona, del 2 al 8 julio, y por Valencia del 10 al 15 de julio. Como incide el presidente de ASPAVIT, Luis Ponce de León, «es clave que el resto de la sociedad sepa qué es el vitíligo, es decir, que se visibilice que nuestra piel está sana. Lo único que ocurre es que los melanocitos, que son las células encargadas de la producción de melanina y, por tanto, responsables del color de la piel/pelo/mucosas, dejan de ejercer su función por una cuestión genética o inmunológica».

Además, se hará difusión de la campaña a través de las redes sociales de Incyte mediante el hashtag #VitiligoInvisible y se ha creado la página web https://www.esvitiligo.es/, dirigida a la población en general, para promover la inclusión y el respeto hacia quienes viven con esta enfermedad.

Las consecuencias sociales del vitíligo

Los pacientes con vitíligo suelen enfrentarse diariamente situaciones habituales que les producen incomodidad. Según el doctor Estebaranz, «algo tan cotidiano en esta época estival como ir a bañarse a la playa o a la piscina, acudir al gimnasio, etc. se convierte en un reto para las personas con vitíligo. Incluso, sigue habiendo también falsos mitos sobre esta enfermedad como, por ejemplo, que es contagiosa, lo cual lleva al rechazo y es difícil lidiar a diario con esto».

A ello se une que «alrededor de un 60% de los profesionales sanitarios de dermatología y atención primaria, por desconocimiento, les dicen a estos pacientes que no pueden ser tratados, lo que les frustra aún más», asegura el doctor.

Al respecto, Luis Ponce de León señala que «sólo el 0,2% de las personas con vitíligo están diagnosticadas. Por tanto, es necesaria una mayor agilidad para que el paciente sea derivado al equipo dermatológico de su centro hospitalario de referencia».