Las enfermedades inflamatorias inmunomediadas o enfermedades IMID son un grupo heterogéneo de enfermedades que comparten un origen común: la alteración del sistema inmunológico y el desarrollo de inflamación crónica sistémica. La psoriasis, la artritis psoriásica, la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn son algunas de ellas y en conjunto, afectan a cerca del 10% de la población europea. Estas patologías no solo comprometen el bienestar físico del paciente, sino que también provocan un profundo impacto emocional en ellos. De ahí la importancia de un abordaje integral, humano y personalizado.

En la séptima edición de Farmaimpulso IMID, organizada por Johnson & Johnson, se ha hablado de estas patologías, destacando, en este caso, el rol del farmacéutico hospitalario como agente clave en el cuidado integral del paciente. Concretamente, en relación al impacto emoc¡onal, el doctor Joaquín Borrás Blasco, jefe del Servicio de Farmacia del Hospital de Sagunto, en Valencia y uno de los participantes en esta Jornada, ha indicado que “hasta un 30% de los pacientes con enfermedades crónicas presentan trastornos mentales comórbidos como ansiedad y depresión, lo que puede afectar gravemente a su bienestar general”. Al mismo tiempo, ha añadido que “los pacientes con patologías como la psoriasis, la artritis psoriásica o la enfermedad inflamatoria intestinal se enfrentan a múltiples retos que pueden impactar negativamente en su salud mental y en su bienestar emocional”.

Por su parte, la doctora Esther Ramírez Herráiz, farmacéutica del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid, ha subrayado que “el impacto de la enfermedad en la vida de las personas es enorme, tanto a nivel personal, como a nivel familiar, social y laboral. A ello se suma la inversión de recursos necesaria en el sistema sanitario, y las consecuencias de las bajas laborales. Los profesionales sanitarios debemos ser muy conscientes de este impacto, que va mucho más allá de la visión meramente clínica a la hora de tratar la enfermedad».

En esta línea, la encuesta de “Medición de la Calidad de la Atención Sanitaria en Artritis Psoriásica” (MAPA), realizada a más de 700 personas con artritis psoriásica, reveló que las emociones predominantes son tristeza (62%), ansiedad (54%) y baja autoestima (44%). Este contexto evidencia la necesidad de que los profesionales sanitarios, y especialmente los farmacéuticos, actúen como un pilar en el seguimiento emocional del paciente.

Adherencia al tratamiento y medicina personalizada

Quizá uno de los grandes desafíos en el manejo de las IMID es la adherencia terapéutica, ya que una mala adherencia se asocia a más brotes de las enfermedades, menor eficacia del tratamiento y mayor uso de recursos sanitarios.

En palabras del doctor Borrás, “una mala adherencia terapéutica en estas patologías se asocia con un aumento de la actividad de la enfermedad y de la frecuencia de brotes, lo que conlleva una disminución de la calidad de vida de los pacientes. Y al mismo tiempo se asocia con una menor eficacia del tratamiento prescrito y, probablemente, con un incremento del riesgo de hospitalización y del uso de recursos sanitarios, con el consiguiente aumento de costes del tratamiento de patologías como la psoriasis y la artritis psoriásica para el sistema sanitario”.

En este sentido, desde la farmacia hospitalaria, el seguimiento farmacoterapéutico permite identificar barreras, reforzar la educación sanitaria y adaptar las terapias a las características y comorbilidades de cada paciente, lo que mejora significativamente los resultados en salud.

Al servicio de los pacientes

Sin embargo, el papel del farmacéutico hospitalario va más allá. Como indica el doctor Emilio Monte, jefe de Sección de Farmacia del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia, «la farmacia hospitalaria debe consolidarse como un miembro activo del equipo multidisciplinar que atiende a estos pacientes, aportando valor clínico, humano y organizativo para contribuir a su abordaje integral. Desde luego, nuestra responsabilidad va más allá de garantizar el acceso a los medicamentos y debemos ser un puente entre el conocimiento científico y las necesidades reales de los pacientes, contribuyendo activamente a una atención más segura, efectiva, personalizada y humanizada».

Con un enfoque más colaborativo, el impulso de la investigación aplicada y la incorporación consciente de tecnología, la farmacia hospitalaria se posiciona como motor del cambio hacia una atención más humanizada y eficaz para quienes conviven con una enfermedad inflamatoria inmunomediada.