El otoño trae temperaturas más frescas, días más cortos y un ambiente que invita a pasar más tiempo al aire libre sin el agobio del calor veraniego. Sin embargo, esta sensación de “respiro” muchas veces nos hace bajar la guardia frente al sol.

Aunque la radiación solar disminuye respecto al verano, sigue teniendo efectos acumulativos sobre la piel: envejecimiento prematuro, manchas, arrugas y, a largo plazo, riesgo de cáncer cutáneo. Lo preocupante es que en otoño solemos cometer ciertos errores que potencian estos daños:

Creer que ya no es necesario el protector solar en la piel

El error más habitual es pensar que, al estar nublado o más fresco, la piel está a salvo. La realidad es que los rayos UV siguen presentes durante todo el año.

  • En otoño la intensidad baja, pero no desaparece.
  • Incluso en días nublados, hasta un 80% de la radiación UV atraviesa las nubes.
  • Saltarse el protector solar aumenta el riesgo de manchas solares, arrugas tempranas y daño celular invisible.

¿Qué se debe hacer? Aplica protector solar en rostro, cuello, escote y manos cada mañana es suficiente para la vida diaria, y puedes usar fórmulas con hidratación incorporada para simplificar tu rutina.

Pasar más tiempo al sol “porque no quema”

En verano sentimos el calor y tendemos a protegernos más. En otoño, como el sol no incomoda, muchas personas pasan horas al aire libre sin notar que la piel igualmente acumula daño.

  • El resultado es un exceso de radiación silenciosa.
  • Puede que no haya quemaduras visibles, pero sí daño oxidativo que acelera el envejecimiento.

¿Qué se debe hacer? Controla el tiempo de exposición. Con 15 a 30 minutos de sol directo en brazos y rostro es suficiente para aprovechar beneficios sin riesgos.

Descuidar la hidratación de la piel

El otoño combina sol, viento y frío, factores que resecan la piel. Una piel seca y deshidratada es más frágil frente a la radiación UV.

  • Esto puede traducirse en descamación, irritaciones y más facilidad para la aparición de manchas.

¿Qué se debe hacer? Refuerza la rutina con cremas hidratantes ricas en antioxidantes (vitamina C, E o ácido hialurónico). Estos activos no solo hidratan, también ayudan a reparar el daño causado por el sol.

Pensar que la ropa protege del todo

Aunque en otoño usamos más capas de ropa, hay zonas que casi siempre quedan al descubierto: rostro, cuello, escote y manos. Estas áreas son, justamente, las más propensas a mostrar signos de envejecimiento prematuro.

¿Qué se debe hacer? No confíes únicamente en la ropa. Asegúrate de aplicar protector solar y, si vas a pasar mucho tiempo fuera, utiliza gafas de sol y sombreros de ala ancha.

No aprovechar las horas adecuadas de sol

En otoño los días son más cortos y los rayos llegan con menos intensidad. Muchas personas se exponen en horarios inadecuados (muy temprano o al final de la tarde), cuando el sol no es tan efectivo para la síntesis de vitamina D.

  • Esto puede contribuir a déficit de vitamina D, un problema frecuente en meses fríos y nublados.

¿Qué se debe hacer? Busca el sol en las horas centrales del día (11:00 a 15:00) durante 15-20 minutos. Así aprovechas la radiación necesaria para tu organismo sin dañar excesivamente tu piel.

Olvidar el cuidado posterior

Otro error frecuente es no cuidar la piel tras la exposición solar. Incluso en otoño, la piel necesita recuperación.

  • No retirar restos de protector solar, no hidratar o no limpiar adecuadamente la piel puede favorecer irritaciones y manchas.

¿Qué se debe hacer? Después de exponerte al sol, limpia suavemente tu piel y aplica una crema hidratante reparadora. Ingredientes como aloe vera, pantenol o niacinamida son excelentes aliados.