Casi seis millones de personas padecen diabetes en España, aunque casi la mitad están sin diagnosticar. En estos pacientes, el riesgo de ceguera sería 25 veces mayor que en las personas sin esta patología. Además, tras 10 años desde el diagnóstico, los pacientes con diabetes tienen un 50% más de probabilidades de padecer complicaciones en la visión. Por estos motivos, los expertos quieren poner el foco en la importancia de revisarse la vista periódicamente para anticipar y prevenir las distintas patologías oculares que puede provocar la diabetes. Por ejemplo, el edema macular diabético.

La diabetes es una enfermedad crónica autoinmune en la que el páncreas no produce insulina, que es la hormona que se encarga de controlar los niveles de glucosa en el organismo. Como consecuencia, los elevados niveles de glucosa en sangre pueden acabar causando daño en los vasos sanguíneos. Esto ocurre especialmente en los ojos, donde los vasos son más pequeños y finos y, por tanto, más vulnerables ante posibles lesiones.

Por ello se recomienda que, desde el momento del diagnóstico de la enfermedad, se realice la primera visita al oftalmólogo en la diabetes tipo 2; y a los 5 años del diagnóstico en la tipo 1. «En los pacientes con diabetes, cualquier pequeño cambio en la visión es motivo suficiente para acudir al especialista», afirma Patricia Udaondo, oftalmóloga del Hospital Universitario y Politécnico La Fe.

«Muchos pacientes con diabetes desconocen cómo deben cuidar su vista», añade Mercedes Maderuelo, gerente de la Federación Española de Diabetes (FEDE). «Esto se debe a la escasa información que reciben sobre las complicaciones visuales de la diabetes. Por eso cabe destacar el papel de las asociaciones de pacientes; un 32% recurre para recibir información sobre el cuidado de la salud visual en diabetes».

El edema macular diabético, principal causa de ceguera irreversible

La principal causa de ceguera entre las personas con diabetes es el edema macular diabético (EMD), que padecen el 7,6% de los pacientes con esta patología metabólica. En el transcurso de esta enfermedad, la mácula se inflama y acumula líquido, lo que afecta a la percepción correcta de los detalles y desemboca en la pérdida de la visión central. El gran peligro que entraña el EMD reside en que no muestra síntomas hasta que se encuentra en fases avanzadas.

El EMD no es una patología infrecuente: el 27% de las personas con diabetes tipo 1 lo desarrolla pasados 9 años desde el diagnóstico de diabetes; y el 28% de los pacientes con diabetes tipo 2 presenta la enfermedad entre 5 y 20 años después. A pesar de ello, solo entre el 20 y el 30% de los pacientes con diabetes se revisan la vista anualmente para detectar el EMD u otras enfermedades oculares asociadas a la diabetes. Por este motivo el EMD se suele diagnosticar cuando el paciente ya ha perdido visión. Un informe reciente afirma que el desafío número uno que enfrentan 2 de cada 3 oftalmólogos es el diagnóstico tardío del EMD.

La detección del EMD se realiza mediante una sencilla prueba de imagen llamada tomografía de coherencia óptica (OCT, por sus siglas en inglés). La OCT permite el análisis de biomarcadores, que servirán de guía a la hora de individualizar el tratamiento. «No todos los pacientes con EMD presentan la misma situación y, por tanto, no se puede tratar a todos de igual forma. Si queremos lograr la mayor recuperación visual posible, es necesario que los tratamientos sean individualizados», añade la Dra. Udaondo.

Mejorar la atención ocular del paciente con diabetes

En este contexto, la compañía farmacéutica AbbVie quiere reivindicar la importancia de implementar estrategias en la atención oftalmológica del paciente con diabetes que contemplen el reto del envejecimiento poblacional y el incremento de las enfermedades crónicas. Se calcula que para 2040 habrá un aumento de un 50% en el número de personas en el mundo que necesiten un examen rutinario para la detección de una enfermedad ocular a causa de la diabetes. En este sentido, el papel de los servicios de Atención Primaria será vital a la hora de garantizar una derivación a los especialistas en oftalmología para frenar la evolución de la enfermedad y conservar la calidad de vida del paciente.

Actualmente existen fórmulas que pueden implementarse, como el acto único y la administración del tratamiento en una zona específica llamada sala limpia. Esto consiste en modificar el proceso asistencial del paciente con edema macular diabético implementando un espacio totalmente adaptado y seguro en el que en una única visita pueda llevarse a cabo la revisión. De esta forma se reduce el número de visitas posteriores y favoreciendo la adherencia al tratamiento.

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