El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es una alteración endocrina frecuente que afecta a entre el 5 % y el 10 % de las mujeres en edad fértil. Aunque su nombre puede llevar a confusión, el SOP es mucho más que la presencia de quistes en los ovarios. Se trata de una condición compleja que implica desequilibrios hormonales, metabólicos y reproductivos, y que puede influir significativamente en la calidad de vida de quienes lo padecen.

A menudo infradiagnosticado o confundido con otras condiciones, el SOP merece una mayor visibilidad y comprensión. A continuación, exploramos sus causas más comunes, cómo se diagnostica y qué tratamientos están disponibles hoy en día.

¿Cuáles son las causas del SOP y cómo se manifiesta?

El origen exacto del síndrome de ovario poliquístico no está completamente claro, pero se sabe que es resultado de una combinación de factores genéticos y ambientales. Es frecuente que haya antecedentes familiares de SOP, resistencia a la insulina o diabetes tipo 2.

Entre los factores principales asociados al desarrollo del SOP se incluyen:

  • Resistencia a la insulina: muchas mujeres con SOP tienen dificultades para procesar la insulina de manera eficiente, lo que contribuye a un exceso de producción de andrógenos (hormonas masculinas).
  • Desequilibrio hormonal: el aumento de andrógenos puede impedir que los ovarios liberen óvulos de forma regular, provocando ciclos menstruales irregulares o incluso la ausencia de menstruación (amenorrea).
  • Inflamación de bajo grado: algunas investigaciones sugieren que una inflamación crónica puede estimular los ovarios para producir más andrógenos.

Los síntomas más frecuentes del SOP son:

  • Irregularidades menstruales
  • Acné persistente
  • Aumento de peso o dificultad para adelgazar
  • Hirsutismo (crecimiento excesivo de vello en zonas como rostro, pecho o espalda)
  • Caída del cabello tipo androgénica
  • Dificultad para quedar embarazada

Diagnóstico y tratamiento del SOP

El diagnóstico del SOP se basa en una combinación de síntomas, análisis de sangre y estudios de imagen, como la ecografía transvaginal. Los criterios de Rotterdam, ampliamente aceptados, establecen que se puede diagnosticar SOP si se cumplen al menos dos de los siguientes tres requisitos:

  1. Ovulación irregular o ausente
  2. Presencia de ovarios poliquísticos en ecografía
  3. Signos clínicos o bioquímicos de exceso de andrógenos

El tratamiento del SOP no es único ni universal, ya que debe adaptarse a los objetivos de cada mujer: ya sea mejorar la fertilidad, controlar los síntomas hormonales o prevenir complicaciones a largo plazo como la diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares.

Las opciones terapéuticas incluyen:

  • Cambios en el estilo de vida: una alimentación equilibrada y el ejercicio regular son fundamentales para mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir el riesgo de enfermedades metabólicas.
  • Anticonceptivos hormonales: ayudan a regular el ciclo menstrual y reducir los niveles de andrógenos.
  • Metformina: un medicamento utilizado para la diabetes que puede ser eficaz en mujeres con resistencia a la insulina.
  • Tratamientos específicos para fertilidad: como el citrato de clomifeno o tecnologías de reproducción asistida.

Es importante destacar que el seguimiento médico multidisciplinar, incluyendo ginecología, endocrinología y nutrición, puede ser clave para un manejo exitoso del SOP.