Los cánceres hematológicos son enfermedades no siempre bien conocidas, especialmente cuando hablamos de algunos de los muchos tipos que existen. Este es el caso de los denominados síndromes linfoproliferativos como la leucemia linfocítica crónica (LLC), el linfoma de células del manto (LCM) y la macroglobulinemia de Waldenström (MW).

En todos ellos, el concepto tradicional de edad cronológica, hasta ahora muy relevante, está dando paso a la consideración de la edad biológica y otros criterios clínicos más complejos, lo que permite ofrecer tratamientos adaptados a las características reales de cada paciente, teniendo en cuenta factores como comorbilidades, alteraciones genéticas y preferencias personales.

Este enfoque ha sido el eje central de la “Jornada ÁgoraH. Redefiniendo los límites en los síndromes linfoproliferativos”, organizada por Johnson & Johnson en Madrid, donde más de 100 especialistas en hematología, cardiología y geriatría analizaron los beneficios de un tratamiento multidisciplinar en estas patologías. Como ha explicado el doctor Francesc Bosch Albareda, jefe de Servicio de Hematología del Hospital Universitario Vall d´Hebron de Barcelona, “para optar por un tratamiento u otro, ya no tenemos en cuenta solo la edad del DNI, sino la edad biológica del paciente, las posibles alteraciones genéticas, las aportaciones de otros especialistas y, por supuesto, también la opinión del propio paciente”.

Avances en leucemia linfocítica crónica: terapias dirigidas y tratamientos finitos

La LLC es una enfermedad que afecta principalmente a personas mayores, con una edad media de diagnóstico alrededor de los 72 años. Este grupo de pacientes suele presentar enfermedades asociadas que complican la elección del tratamiento. Para ellos, la llegada de terapias dirigidas ha supuesto un cambio trascendental, permitiendo tratamientos orales con una duración más corta pero igual de efectiva, lo que limita los efectos secundarios y mejora la adherencia.

Además, la “Guía de práctica clínica para el diagnóstico y tratamiento de la LLC”, del Grupo Español de Leucemia Linfocítica Crónica, recomienda que la elección terapéutica tenga en cuenta no solo las características médicas, sino también aspectos logísticos, como el apoyo familiar y la distancia al hospital, para asegurar un mejor seguimiento. De este modo, las terapias finitas ofrecen una ventaja sustancial, permitiendo a los pacientes disfrutar de períodos sin tratamiento y con buena calidad de vida, con la posibilidad de reintroducir la terapia si es necesario.

En este sentido, el doctor Bosch ha apuntado que “esta tendencia actual en el tratamiento de la LLC con terapias finitas, supone administrar el tratamiento con una duración más acortada logrando una eficacia similar, limitando así la toxicidad del mismo».

Nuevas perspectivas en el linfoma de células del manto: hacia un tratamiento menos invasivo

Por su parte, el conocido como linfoma de células del manto es un tipo menos frecuente de linfoma, que se diagnostica principalmente en personas alrededor de los 65 años. A pesar de ser un cáncer poco común, presenta un pronóstico desafiante, ya que solo un 20-30% de los pacientes sobrevive a largo plazo. Por ello, la comunidad médica busca nuevas estrategias para mejorar los resultados desde la primera línea de tratamiento.

El doctor Miguel Ángel Canales Albendea, del Servicio de Hematología de la Clínica Universidad de Navarra, ha resaltado que “los inhibidores de la tirosina quinasa de Bruton ya cambiaron en su momento el pronóstico y la historia natural en pacientes en recaída y ahora lo que estamos esperando es poder incorporarlos en primera línea de tratamiento”.

En esta interesante Jornada también se compartieron los resultados del reciente estudio TRIANGLE, que ha abierto la posibilidad de reducir o incluso eliminar la necesidad del trasplante autólogo de progenitores hematopoyéticos en algunos pacientes, lo que supondría un avance considerable para minimizar complicaciones y mejorar la calidad de vida a largo plazo. Esta ha sido la opinión del doctor Canales, al afirmar que «hay pacientes en los que no va a ser necesario hacer el trasplante. Deberíamos empezar a plantearnos si habría que aplicar el trasplante a la mayoría de los pacientes o seleccionar cuáles se siguen beneficiando del mismo”.