A menudo, estos dos términos suelen confundirse y/o entremezclarse. Sin embargo, no significan lo mismo, por lo que conviene tener claro cuándo debemos referirnos a cada una de ellas de manera adecuada.

Diferencias entre la prediabetes y la intolerancia a la lactosa

Por un lado, la prediabetes es una condición de salud en la que los niveles de glucosa en sangre son más altos de lo normal, pero no lo suficientemente altos como para ser diagnosticados como diabetes tipo 2. Es una señal de advertencia importante, ya que, sin cambios en el estilo de vida, las personas con prediabetes tienen un riesgo alto de desarrollar diabetes tipo 2.

Por otro lado, la intolerancia a la glucosa es una etapa intermedia entre la normalidad y la diabetes. Se diagnostica a través de una prueba de tolerancia a la glucosa, donde los niveles de glucosa en sangre son elevados después de ingerir una solución azucarada, pero no lo suficientemente elevados para ser considerados diabetes.

Factores de riesgo de ambas afecciones

Algunas de las condiciones que pueden derivar en prediabetes o en intolerancia a la glucosa son:

  • Inactividad física
  • Sobrepeso u obesidad
  • Antecedentes familiares de diabetes
  • Hipertensión
  • Edad por encima de los 45 años
  • Colesterol e índice de triglicéridos elevados
  • Enfermedades cardiovasculares
  • Síndrome de ovario poliquístico

En cuanto a los posibles síntomas que pueden presentar las personas que padecen estas afecciones, no existen un conjunto de señales claras y precisas que adviertan de su presencia. Sin embrago, algunos síntomas como la fatiga, la visión borrosa, la mayor frecuencia urinaria o el aumento de la sensación de sed pueden revelar este tipo de condiciones.

¿Cómo prevenir la prediabetes y la intolerancia a la glucosa?

El estilo de vida es la principal clave para evitar padecer cualquiera de estas dos afecciones. Con ciertos cambios en la rutina, podemos mejorar nuestra condición saludable y prevenir este tipo de enfermedades. A continuación, te facilitamos algunos consejos muy útiles:

– Dieta saludable: Comer más frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras, además de limitar el consumo de azúcares refinados y carbohidratos simples.

– Actividad física regular: Es recomendable realizar entre 2 y 3 horas de ejercicio físico moderado a la semana.

– Pérdida de peso: Tan solo una pérdida modesta del 5-10% del peso corporal puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar diabetes.

– Análisis regulares: Los chequeos continuos son imprescindibles para monitorear los niveles de glucosa en sangre.