La compañía biofarmacéutica AbbVie ha acogido este fin de semana la XV edición de las jornadas de REABOX, un referente en la formación y actualización en el mundo de la espasticidad y rehabilitación. Este año, las jornadas han presentado dos objetivos: profundizar en la ecolocalización de la musculatura espástica para un abordaje terapéutico más preciso y mostrar los beneficios del ejercicio en el tratamiento de la espasticidad y sus secuelas musculares.

En estas jornadas también se han abordado aspectos como la integración de innovaciones tecnológicas en el manejo de la espasticidad. Por ejemplo, como señala la doctora Helena Bascuñana, médico rehabilitadora del Hospital Santa Creu i Sant Pau (Barcelona) y coordinadora de esta XV edición de REABOX, se tratará “cómo el ‘machine learning’ puede permitir realizar modelos predictivos sobre el comportamiento de la espasticidad en un paciente concreto”.

Este tipo de jornadas, afirma el doctor Jesús Figueroa, médico rehabilitador del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) y también coordinador de esta edición de REABOX, complementan “la tendencia a especializarse en diferentes áreas que nos permiten un conocimiento exhaustivo y metódico de las diferentes patologías que se agrupan en Unidades Funcionales”. La figura de estos profesionales, cuyo objetivo es devolver a los pacientes la mayor capacidad funcional e independencia posibles, es fundamental en el abordaje de la espasticidad. Como también explica el doctor Figueroa, los médicos rehabilitadores integran la mejor formación para coordinar el abordaje de las repercusiones de este fenómeno, que puede tener una expresión clínica muy variable.

Al estar producida por una lesión neurológica irreversible, los daños producidos por la espasticidad permanecen en el tiempo. Este síntoma puede producir limitaciones funcionales que interfieren en las actividades de la vida diaria y dolor, lo que repercute en la calidad de vida del paciente. Como señala la doctora Bascuñana, el trabajo del rehabilitador “consiste precisamente en minimizar la afectación de esta secuela en las actividades de la vida diaria”.

La doctora Carolina de Miguel, rehabilitadora del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y presidenta de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF), asegura que la rehabilitación “constituye el camino necesario para recuperarse de una dolencia o enfermedad”. La especialista hace hincapié en “la necesidad, tras un ictus, de acudir al médico rehabilitador para que valore las posibles secuelas y establezca un tratamiento”.

Los expertos han debatido durante estas jornadas cómo manejar de forma más efectiva los efectos de este signo clínico, con un enfoque centrado en el paciente, individualizado y marcando objetivos consensuados y realistas. El abordaje de la espasticidad debe llevarse a cabo por un equipo multidisciplinar con un enfoque transversal que puede mejorar la eficacia del proceso integral de rehabilitación del paciente.

“La diferencia de una buena atención al paciente con espasticidad radica en la posibilidad de ofrecerle el acceso a tratamientos efectivos basados en la evidencia científica que permitan minimizar sus repercusiones y mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes”, explica el doctor Figueroa. En este sentido, la doctora Bascuñana destaca el papel de la familia y de los pacientes, fundamentales para “establecer metas a corto, medio y largo plazo. Es necesario pactar con ellos los objetivos a conseguir, así como educarlos en el manejo de esta secuela que los acompaña de por vida para mejorar su calidad de vida y evitar los abandonos del tratamiento”.

Los datos de la espasticidad post ictus

La espasticidad está provocada por lesiones en el sistema nervioso central y puede darse tras un ictus u otras afecciones neurológicas. Consiste en un aumento de la resistencia al estiramiento pasivo de uno o varios músculos de la parte del cuerpo afectada, ocasionando rigidez muscular e influyendo en la capacidad motora del cuerpo, limitando e incluso impidiendo determinadas actividades como caminar o mantener la posición corporal. Alrededor de un 40% de las personas que sufren un ictus podrían acabar padeciendo algún grado de espasticidad y el 16% podrían requerir tratamiento. Se estima que esta secuela afecta entre 180.000 y 230.000 personas en España, con mayor frecuencia en pacientes jóvenes.

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