Se considera que un bebé es prematuro cuando el nacimiento se produce antes de la semana 37 de gestación. A partir de ese momento y hasta la semana 40, que es la duración aproximada de un embarazo, se considera que la gestación está a término.
Además, existen diferentes definiciones de bebés prematuros en función de la semana de gestación en la que se produce el nacimiento. Los prematuros tardíos, que son los más habituales, son aquellos que nacen entre la semana 34 y 36. Los prematuros moderados llegan al mundo entre las semanas 32 y 34 de gestación. Por último, los bebés muy prematuros son los que nacen entre la 28 y la 32, mientras que los prematuros extremos son los que lo hacen antes de la semana 28.
Los nacimientos prematuros suelen conllevar problemas graves de salud, que varían en cada caso. Estas complicaciones aumentan de probabilidad cuanto más pronto se produce el nacimiento.
Factores de riesgo para nacimientos prematuros
Según los estudios, no existen causas determinantes en el nacimiento de bebés prematuros, pero sí que se han descrito algunos factores determinantes que pueden aumentar el riesgo de estos.
En primer lugar, encontramos causas relacionadas con embarazos anteriores y presentes que aumentan este riesgo, tales como los embarazos múltiples, los tratamientos de reproducción asistida o más de un aborto espontáneo o voluntario en el pasado, entre otros.
En segundo lugar, existen algunos problemas de salud que pueden aumentar las probabilidades, como los problemas en el útero o la placenta, infecciones en la zona, traumatismos en el cuerpo o problemas de salud continuos, como la presión arterial alta o la diabetes.
Por último, algunas acciones relacionadas con el estilo de vida de la futura mamá pueden desencadenar en un nacimiento prematuro: fumar, consumir drogar o beber alcohol; peso insuficiente o sobrepeso; embarazos antes de los 17 o después de los 35 años, etc.
Problemas de salud más frecuentes de los bebés prematuros
Las complicaciones de los bebés prematuros no siempre se presentan al nacimiento, pudiendo aparecer a corto o largo plazo. Además de la influencia que tiene la semana de nacimiento, el peso del bebé también puede ser determinante en la aparición y gravedad de estos problemas de salud.
Durante las primeras semanas de vida pueden aparecer problemas respiratorios, cardíacos, cerebrales, de control de temperatura, digestivos, sanguíneos, de metabolismo o del sistema inmunitario.
A largo plazo se producen problemas de salud de otra índole, tales como parálisis cerebral, problemas de aprendizaje, problemas de visión, audición o dentales, problemas de conducta o salud mental o complicaciones de salud constantes.
Entre todos los mencionados anteriormente, uno de los problemas de salud más habitual es el Síndrome de dificultad respiratoria neonatal (SDRN), que produce un desorden respiratorio en el bebé debido a la inmadurez de sus pulmones. Además, relacionada con esta condición, también se puede producir la enfermedad pulmonar crónica o displasia broncopulmonar (DBP).
Por otro lado, los bebés prematuros pueden presentar apnea y bradicardia, produciéndose pausas temporales en la respiración o disminuciones del ritmo cardíaco, respectivamente.
Otra enfermedad muy habitual es la retinopatía del prematuro debido a la falta de desarrollo de la retina, problema que suele resolverse sin tratamiento en la mayoría de los casos.
La ictericia se produce por la presencia de bilirrubina en sangre, haciendo que el bebé presente un color amarillento en la piel. Suele desaparecer con la exposición a luz.
Otros problemas de salud habituales son la anemia, el soplo cardíaco por niveles bajos de glóbulos rojos o el mal control de los niveles de glucosa en sangre.