Las transaminasas son enzimas que tienen como principal función intervenir en la producción de distintos aminoácidos, moléculas de las proteínas necesarias para el desarrollo del organismo. Una enzimas que se producen en la células de diferentes partes del cuerpo, especialmente en el hígado.

Tal y como recoge la FEAD, los niveles de transaminasas en sangre pueden descubrirse con solo hacerse un análisis bioquímico de rutina. Este revelará si las transaminasas están elevadas, advirtiéndonos de sí existe un daño hepático. Pero ¿Qué más ocurre si se tienen la transaminasas altas?

¿Qué significa tener las transaminasas altas?

Las transaminasas están altas si los valores de ALT (Alanina Transaminasa) y de AST (Aspartato Transaminasa), enzimas indicadoras del daño hepático, son elevados.

Un hígado dañado no puede impedir que las transaminasas pasen al suero, la parte no celular de la sangre. La permeabilidad de la membrana de las célula hepáticas es el factor que permite ese escape y que en los análisis de sangre aparezcan altos los niveles de transaminasas.

Lo habitual es que tras unas transaminasas altas se halle un inflamación en el hígado, aunque también pueden ser indicio de afecciones como una enfermedad reumática o de una insuficiencia cardíaca.

El proceso inflamatorio del hígado o hepatitis destruye las células hepáticas que liberan transaminasas en la sangre, teniendo como principales causas una infección vírica, enfermedades infecciosas, isquémicas o autoinmunes, exceso de grasa en el hígado o como efecto secundario de algunos medicamentos. Aunque hay que tener en cuenta que incluso una gripe puede suponer que se eleven las enzimas de manera puntual.

Las principales patologías por las que se elevan las transaminasas son:

  • Hígado graso o esteatosis hepática, que es una acumulación de triglicéridos en el hígado.
  • Hepatitis B o C, dos afecciones producidas por un virus y que se pueden cronificar.
  • Alcoholismo
  • Hepatitis crónica producida por fármacos
  • Mononucleosis infecciosa provocada por el virus Epstein-Barr (VEB).
  • Hemocromatosis o exceso de hierro en sangre.
  • Enfermedades del páncreas
  • Anemia hemolítica
  • Cálculos en la vesícula
  • Infarto de miocardio
  • Citomegalovirus

¿Qué hacer ante unas transaminasas altas?

Ante esas transaminasas altas y la posibilidad de estar sufriendo un daño hepático, lo mejor es acudir a un médico especialista para descubrir cuáles pueden ser la causas y qué cambios es preciso realizar tanto en la dieta como en el modo de vida. Hay que considerar que algunas enfermedades hepáticas son crónicas y carecen de cura, solo esos cambios ayudarán a mejorar la calidad de vida del paciente.

Para conseguir que las transaminasas bajen es preciso seguir una serie de pautas. Hay que tratar de:

  • Optar por una dieta baja en grasas y eliminar los fritos, los rebozados y la comida rápida.
  • Retirar de nuestra dieta las carnes grasas y los embutidos, además del azúcar procesado, los dulces y la bollería. Todo contraindicado ya que contienen grasas y azúcares en exceso.
  • No consumir alcohol.
  • Procurar tomar unos dos litros de agua al día. Es importante mantenerse bien hidratado.

Unas pautas que se resumen en llevar una dieta equilibrada en la que no falten las carnes magras, las frutas y las verduras. En el caso de tener hígado graso es importante acudir a un nutricionista que nos asesore sobre la mejor dieta para reducir los niveles de grasa en la comida.

Por otro lado, también es preciso cambiar nuestro estilo de vida. Un estilo de vida sedentario resulta poco saludable, siendo aconsejable realizar ejercicio unas tres veces a la semana. El ejercicio es idóneo para rebajar la cantidad de grasa acumulada en el organismo y mejorar la salud hepática.

Las infusiones son otro de los remedios para bajar las transaminasas y optimizar nuestra salud, aunque es preciso no abusar o no consumirse si se padecen daños severos o crónicos.

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