El cabello es una de las características que más definen nuestra apariencia, y es un reflejo de nuestra salud interna y externa. Por ello requiere de cuidados específicos dependiendo de su tipo y sus propias necesidades.

El uso de productos o rutinas inadecuadas puede ocasionar sequedad, encrespamiento o pérdida de brillo, así que identificar qué tipo de cabello tienes, te ayudará a elegir el tratamiento ideal para mantenerlo saludable y lleno de vida.

Tipos de cabellos y sus características

Las características del cabello vienen definidas, en gran medida, por el aspecto genético, que define su textura, forma, nivel de grasa y color.

Aunque también hay diversos como factores como una mala alimentación, tintes o descompensación en los niveles hormonales, que pueden determinar el aspecto y estado del cabello en un determinado momento.

Los principales tipos de cabello son los siguientes:

Cabello liso:

Este tipo de cabello se caracteriza por ser suave y brillante, pero al mismo tiempo puede acumular grasa con más rapidez, lo que provoca que tienda a ser un poco menos voluminoso. El cabello liso es muy fino al poseer menos queratina, y por lo tanto, tiende a ser más débil y sensible a la caída, si no se cuida correctamente.

  • Lava el cabello con champú suave para controlar el exceso de grasa.
  • Utiliza acondicionador ligero para evitar que se vuelva pesado.
  • Aplica mascarillas hidratantes una vez por semana para prevenir el daño por calor o contaminación.
  • Enjuaga con agua tibia, ya que evitará que se produzca más grasa de la necesaria en el cuero cabelludo.

Cabello ondulado:

El cabello ondulado tiene una textura intermedia entre el liso y el rizado. Las ondas suelen ser flexibles y voluminosas, pero pueden volverse encrespadas si no se hidratan adecuadamente. Suele ser el más común y el más fácil para trabajarlo.

  • Opta por productos acordes para realzar las ondas naturales, como cremas o geles ligeros.
  • Evita el uso excesivo de herramientas de calor para no debilitar la forma de sus ondas.
  • Aplica aceites capilares ligeros, como el aceite de argán, para mantener el cabello nutrido y con brillo.

Cabello rizado:

El cabello rizado es un cabello fino que tiene rizos más definidos y un volumen natural, pero tiende a ser más seco y frágil y a dañarse más fácilmente, ya que los aceites naturales no llegan a las puntas.

  • Usa champús sin sulfatos para evitar resecar el cabello.
  • Aplica acondicionadores y mascarillas hidratantes específicas para rizos.
  • Peina el cabello con los dedos o con un peine de dientes anchos para evitar romper los rizos. Y evita el cepillado en seco.

Cabello afro o muy rizado:

Este tipo de cabellos puede parecer grueso, pero en realidad es frágil y quebradizo. Forma espirales muy pequeñas, al tener una alta densidad y menos capas de cutícula que otros tipos de cabello, por lo tanto es más sensible al daño.

  • Hidrata el cuero cabelludo antes de aplicar el champú para estimular la secreción de grasa.
  • Aplica productos humectantes ricos en aceites naturales, como aceite de coco.
  • Realiza tratamientos de hidratación profunda al menos una vez por semana.
  • Protege el cabello por la noche con gorros de satén o almohadas de seda.

Identificar tu tipo de cabello te ayudará a entenderlo mejor y a darle los cuidados que realmente necesitas, utilizando los productos adecuados y combinándolo con una buena alimentación. Un cabello bien cuidado mejora tu apariencia y refleja tu salud y autoestima.