La hipertensión pulmonar es una afección que se produce por el aumento de la presión en las arterias de los pulmones. Este aumento de la presión ocurre cuando se estrechan los vasos sanguíneos de los pulmones, y se reduce la sangre que llega a este órgano.

Como consecuencia, el corazón bombea con más fuerza, aumentando la presión, lo que provoca un sobreesfuerzo.

A día de hoy, no existe ninguna cura para la hipertensión pulmonar. Sin embargo, el tratamiento ayuda a mejorar los signos y síntomas de la enfermedad, y a disminuir o retrasar su evolución.

Síntomas de la hipertensión pulmonar

Los síntomas de la hipertensión pulmonar no suelen aparecer hasta que la enfermedad se encuentra en un estado avanzado. Entre los principales signos encontramos:

  • Dificultad para respirar o falta de aliento a la hora de realizar actividades cotidianas del día a día como, por ejemplo, subir escaleras o hacer un esfuerzo físico.
  • Fatiga, mareos y desmayos
  • Dolor en el pecho o en la parte superior del abdomen
  • Aparición de edemas en los tobillos, abdomen o piernas
  • Aumento del ritmo cardíaco
  • Falta de apetito
  • Dificultad para respirar en reposo
  • Piel y labios de color azulado

Estos síntomas variarán dependiendo del paciente y del avance de su enfermedad.

¿Cómo se realiza el diagnóstico?

La hipertensión pulmonar puede estar derivada de otras enfermedades como la insuficiencia cardíaca, la EPOC o afecciones autoinmunitarias que dañan los pulmones como la esclerodermia o la artritis reumatoidea.

Por este motivo, para realizar un diagnóstico correcto es necesario hacer un examen físico completo y una historia clínica detallada. Además, es necesaria una descripción exhaustiva de todos los síntomas del paciente para descartar otras posibles enfermedades.

Normalmente, el diagnóstico de hipertensión pulmonar se realiza a través de un ecocardiograma en el que se identifican los signos de aumento de la presión en las arterias de los pulmones.

Seguidamente, para evaluar la gravedad de la patología y medir la presión arterial, se lleva a cabo un cateterismo cardíaco derecho.

Asimismo, es muy frecuente realizar otras pruebas diagnósticas como pruebas de función respiratoria, una gammagrafía de ventilación-perfusión, un escáner torácico (TAC) o una analítica general para medir la función renal, la función hepática, la tiroides…

Tratamiento para la hipertensión pulmonar

El tratamiento para la hipertensión pulmonar variará en función de las causas subyacentes y la gravedad de la enfermedad. En ocasiones, es suficiente con tratar la causa que produce la afección. Por ello, es muy importante tener un diagnóstico correcto antes de comenzar cualquier tratamiento.

Actualmente, los tratamientos más utilizados para abordar la hipertensión pulmonar incluyen:

  • Medicamentos administrados por vía oral o inhalatoria.
  • En casos más graves, los tratamientos se administran por infusión continua subcutánea o endovenosa.
  • En los casos muy graves, puede ser necesaria la cirugía: trasplante pulmonar, trasplante cardio-pulmonar o cirugía cardíaca.

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