En la vida nos podemos enfrentar a diferentes situaciones complicadas. A veces, pueden suponer un problema difícil de solventar o, incluso, que se genere un trauma que vamos a arrastrar durante mucho tiempo. Para mejorar la autoestima y superar las posibles complicaciones que se puedan generar ante algunas experiencias, es importante buscar alternativas que nos ayuden a estar mejor personalmente.

Para mejorar nuestro bienestar y enfrentarnos mejor a los malos momentos, te damos algunas claves para aprender a relativizar los problemas.

¿Qué es relativizar los problemas?

El verbo relativizar hace referencia al proceso con el que concedemos menor importancia a un problema. Se puede considerar un mecanismo funcional para hacer frente a situaciones que, en el fondo, pueden dañar la psicología de una persona. Por ello, es bueno encontrar una solución que nos permita mejorar la perspectiva sobre la vida.

En este sentido, relativizar no significa olvidarse de los problemas fácilmente, sino que les quitamos peso y hacemos que no tengan tanta fuerza como para que nos perjudiquen emocionalmente. De esta manera, se puede plantear como una alternativa eficiente para no preocuparnos demasiado por algunas circunstancias que, generalmente, ocurren sin esperarlo y que debemos resolver por nuestra cuenta.

Cómo aprender a relativizar los problemas paso a paso

En más de una ocasión hemos querido que un problema no nos afecte de forma severa. Es aquí cuando buscamos soluciones y tratamos de hallar una fórmula correcta para sentirnos mejor. Es el momento de aprender a relativizar los problemas y descubrir que, en realidad, no debemos otorgarle tanta relevancia.

En el fondo, se considera una cuestión psicológica que debemos trabajar para sentirnos mejor, un factor determinante para la salud de la población, según considera la Organización Mundial de la Salud.

En primer lugar, se debe pensar que las circunstancias ocurren sin esperarlo o por error, por lo que siempre hay que esperar que todo se puede solucionar. Párate a pensar y recapacitar sobre lo ocurrido. No hay que caer en el pánico ni empezar a sentir ansiedad. Principalmente, es bueno que sintamos que tenemos todo bajo control. Por otro lado, hay que pensar que, ante las malas situaciones, siempre hay cosas peores que pueden ocurrir.

Un aspecto válido para sentirse mejor es pasar la acción. De nada sirven las lamentaciones, ya que nadie va a venir a resolver el problema. Hay que ser conscientes de la realidad y tratar de resolver los hechos por sí mismo. Al fin y al cabo, es una manera de aprender a relativizar los problemas y no verlos como algo demasiado grave, sino como una prueba que se puede superar.

¿Cómo dejar de darle demasiada importancia a todo?

El ser humano aprende por las experiencias. Si comprobamos en nuestros sentidos que los problemas ocurren, veremos que son pequeños pasos que hay que dar para que, finalmente, tengamos capacidad resolutiva. Para no darle tanta importancia a todo, conviene ver la realidad como un espacio donde se nos pone a prueba con distintas situaciones.

A partir de ahí, es bueno valorar las cosas positivas que tenemos y aprender a ponerse en el lugar de los demás para estar en paz con uno mismo y vivir siempre con respecto hacia quienes nos rodean.

Por tanto, ¿merece la pena darle tanta importancia a los problemas? En absoluto. Todas estas técnicas ayudan a construir un sentimiento de fortaleza y seguridad personal. Lo importante es que ganemos toda la firmeza posible como para que no seamos personas vulnerables. Relativizar es un buen medio para no caer en las dudas internas y reforzar la autoestima de forma considerable.

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