Un lavado nasal, bien se realice con solución salina o con agua, permite limpiar los conductos nasales de polen, polvo y otros residuos acumulados. Además, esta práctica permite retirar el exceso de moco en épocas de congestión y periodos de alergia y aporta humedad en la nariz que ayuda a aliviar la zona, previniendo posibles infecciones de los senos paranasales que derivan en posibles sinusitis.
La nariz es uno de los órganos vitales en el proceso de respiración, ya que los conductos nasales permiten la entrada de aire y oxígeno en los pulmones. Cuando el aire entra por la nariz, este se calienta, se humidifica y se filtra. Este filtrado se da gracias a las vellosidades que hay en la cavidad nasal y también gracias al moco. Estos dos elementos retienen el polvo y posibles sustancias irritantes que son perjudiciales si las inhalamos. Por ello el moco es importante para proteger nuestro organismo.
En una situación normal los seres humanos producen un litro de moco al día y gran parte de este lo tragamos sin darnos cuenta. Por ello, el exceso de mucosidad, ya sea por la cantidad o la densidad de este, puede provocar el taponamiento de la nariz o un goteo excesivo del mismo que resulta molesto. En estos momentos el lavado nasal se convierte en un aliado perfecto.
Pasos para hacer un buen lavado nasal en casa
Se trata de una práctica adecuada en todas las edades que puede aportar beneficios y alivio inmediato si se hace correctamente. Para ello, es importante usar suero o solución salina que ayudan a que el lavado sea más eficaz.
- Recuerda lavar cada fosal nasal por separado, no sonar ambas a la vez, para evitar el exceso de presión que puede dañar el oído.
- Otro consejo importante es ladear la cabeza al lado contrario del orificio a limpiar para evitar que el suero se pueda ir hacia la garganta o los oídos, creando otro tipo de infecciones.
- Además de usar una perilla o jeringuilla para realizar el lavado, es importante tener en cuenta el tipo de agua isotónica más beneficiosa en función del nivel de congestión y del motivo de la misma.
- Por último, es importante sonarse y limpiar la nariz para eliminar el exceso de moco y agua.
Con respecto a los bebés y niños muy pequeños es mejor realizar el lavado tumbados para evitar movimientos bruscos que puedan hacer que el suero se vaya por otro lado.
El lavado nasal debe hacerse al menos una vez al día en épocas de congestión, aunque puede repetirse las veces que sea necesario para conseguir mantener despejada la nariz del exceso de mocos.