Como a cualquier otro órgano, debemos darle a la piel la importancia y los cuidados que se merece. La piel está viva, y debemos conocer cómo funciona para adaptar nuestras rutinas a sus necesidades.
Cada 28 días aproximadamente, las células de nuestra piel pasan por un ciclo de renovación en el que se reproducen y dan paso a nuevas células idénticas que sustituyen a las originales, y hoy te vamos a explicar qué ocurre durante este ciclo:
La renovación celular y sus características
La piel está compuesta de varias capas. Estas son: la epidermis, la dermis y el tejido subcutáneo. La dermis se compone a su vez de otras capas, y es aquí donde nacen y mueren las células de nuestra piel. Estas células son, en su mayoría, queratocitos y están compuestas de queratina (al igual que nuestras uñas o nuestro cabello).
Los queratocitos van ascendiendo capas durante este ciclo, desde la capa basal – la más profunda – hasta el estrato córneo – la más superficial – donde finalmente mueren, se acumulan y finalmente se desprenden de nuestra piel, dando paso a la creación de nuevas células de nuevo en la capa basal. Es entonces cuando comienza de nuevo el ciclo.
Sin darnos cuenta, la renovación se está dando constantemente en nuestro cuerpo, especialmente durante las horas de la noche. Esta regeneración ayuda a la piel a mantenerse con un aspecto saludable y lleno de vitalidad, pero el ciclo de renovación celular va perdiendo precisión a medida que avanzan los años o por agentes externos como el tabaco, el clima, el estrés… generando en nuestra piel signos de la edad como líneas de expresión, arrugas, deshidratación o pérdida de brillo. Pese a ello, seguir ciertas rutinas puede ayudar a que se produzca de mejor manera esta renovación celular.
¿Cómo favorecer la renovación celular en el organismo?
Para lograr que nuestra piel se regenere de manera óptima, logrando este aspecto de piel saludable y luminosa, debemos eliminar las células muertas que se están acumulando y que no se desprenden. De esta manera, es clave la exfoliación en nuestra piel. Existen dos tipos de exfoliación: la física, que elimina las células mediante partículas visibles, o la química, que las elimina mediante ácidos o enzimas. Debes escoger el tipo de exfoliación que mejor le vaya a tu tipo de piel para obtener resultados óptimos.
Además, también es importante mantener una buena rutina hidratante en la piel, evitando la deshidratación y sequedad.