La personalidad es aquello que nos hace únicos y diferentes del resto, aunque existe una serie de rasgos comunes que pueden clasificar a las personas en distintos tipos. Esta afirmación es la que constituye la teoría de la personalidad de Lewis Goldberg, también denominada como “Modelo de los cinco grandes”, que surgió después de la realización de varios estudios en los que se investigaba los factores y desencadenantes de los rasgos de la personalidad.
Este modelo, del que se comenzó a hablar en el año 1933, se consolidó en 1993. A partir de entonces esta teoría ha desembocado en distintos test que se utilizan con el objetivo de evaluar y medir los rasgos y las características de la personalidad.
Los cinco grandes rasgos de la personalidad, también denominados factores principales, se identifican con letras mayúsculas y reciben los siguientes nombres: factor O, apertura a las nuevas experiencias; factor C, responsabilidad; factor E, extroversión; factor A, amabilidad; y factor N, también denominado neuroticismo o inestabilidad emocional. Éstas iniciales forman el acrónimo “OCEAN”.
Factor O: Apertura a la experiencia
Este primer rasgo hace referencia a la capacidad de una persona para buscar nuevas experiencias en su vida, incluirlas en su vida actual y visualizar su futuro de forma creativa.
Las personas que tienen un alto nivel de este rasgo se caracterizan por ser personas imaginativas, curiosas y con ganas de variar sus rutinas. También suelen ser personas generosas, capaces de establecer relaciones de equipo con los demás. Todo esto hace que posean una mente abierta, flexible e inquieta que les permite aprender todo lo que observan y formar sus propios conocimientos.
En el lado contrario a ellas se encuentran perfiles cerrados a nuevas experiencias que no hayan vivido antes, prefiriendo lo seguro y convencional. Salir de la rutina les provoca inquietud, ya que su tolerancia al cambio es baja. Se trata de personas con mente rígida, poco abierta a lo nuevo.
Factor C: Responsabilidad
Esta segunda característica se refiere a la capacidad de autocontrol y a la habilidad para desarrollar métodos de acción eficaces. Todo esto tiene relación directa con la habilidad para planificar, organizar y ejecutar tareas, además de cumplir y persistir en los objetivos y metas que tiene la persona. Por último, estas personas suelen ser ordenadas y percibidas como personas confiables y escrupulosas.
La parte negativa de este factor es que, en ocasiones, el exceso de responsabilidad convierte a estas personas en excesivamente perfeccionistas y adictas al trabajo. Por ello, se considera que ha de estar en equilibrio para que no se convierta en algo negativo.
Factor E: Extraversión
El factor E está relacionado con el grado y capacidad de relacionarse con los demás. Tener bien marcado este rasgo supone sentirse bien con otros y comportarse de manera fluida cuando se está en grupo. Por ello, estas personas son buenas trabajando en equipo, son optimistas y entusiastas, y poseen buenas habilidades sociales para establecer relaciones exitosas.
En el lado opuesto se encuentran las personas introvertidas que experimentan desconfianza o precaución frente a los demás. Se relacionan en grupos pequeños y buscan momentos de soledad.
Factor A: Amabilidad
La amabilidad está relacionada directamente con la empatía y muestra el grado de tolerancia y respeto de una persona. Las personas con este rasgo marcado con compresivos, tolerantes y serenos con los demás. En este sentido, muestran grandes habilidades para conocer y entender las necesidades y los sentimientos de los demás.
En el lado contrario encontramos personas narcisistas y conflictivas, que disfrutan con las discusiones y buscan imponer su criterio y punto de vista.
Factor N: Estabilidad emocional
El último factor se refiere a la capacidad de cada persona para afrontar situaciones complicadas y problemas. Quienes tienen un nivel alto de este factor se caracterizan por ser impredecibles y mostrarse de forma distinta en cada situación, mientras que en el lado opuesto están las personas estables que mantienen la prudencia, incluso en las situaciones más difíciles.