La intolerancia a la lactosa se ha convertido, en los últimos años, en un problema digestivo cada vez más común. Solo en España, su prevalencia se sitúa entre el 20 y el 30% en los menores y entre un 15-40% en adultos, según un informe de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.

La intolerancia a la lactosa es un trastorno que aparece cuando el organismo es incapaz de digerir fácilmente la lactosa, un tipo de azúcar natural que se encuentra en la leche y otros productos lácteos. Pero, ¿cómo podemos identificarla y cuál es su tratamiento? Te lo contamos a continuación.

Principales síntomas de la intolerancia a la lactosa

Los síntomas debido a la intolerancia a la lactosa aparecen cuando una persona con este problema ingiere leche o algún otro producto lácteo.

Por norma general, los adultos solo presentan síntomas después de consumir más de 250 a 375 mL de leche.

Los síntomas más comunes son:

  • Hinchazón abdominal y retortijones
  • Diarrea acuosa
  • Flatulencia
  • Náuseas
  • Borborigmos (ruidos intestinales)
  • Necesidad de defecar
  • Estreñimiento
  • Pérdida de peso

Los síntomas por la intolerancia a la lactosa variarán dependiendo del organismo de cada persona, del tipo de alimento que haya ingerido y de la cantidad.

¿Por qué se produce la intolerancia a la lactosa?

La intolerancia a la lactosa se produce debido a una malabsorción de lactosa por parte del organismo. Cuando una persona tiene malabsorción de lactosa, su intestino delgado produce concentraciones bajas de lactasa, la enzima que descompone la lactosa. Esto hace que no pueda digerir toda la lactosa que come o bebe.

En estos casos, la lactosa que no se digiere pasa directamente al colon. Las bacterias en el colon descomponen la lactosa y crean fluidos y gases.

En muchas personas, estos fluidos y gases adicionales son los causantes de que aparezcan signos de intolerancia a la lactosa.

En otras personas, la intolerancia no tiene por qué estar relacionada con una malabsorción de la lactosa. Puede deberse a otras causas como infecciones intestinales (donde la producción de lactasa se reduce de forma temporal), intolerancia a las proteínas de la vaca, intolerancia al gluten, cirugías del intestino u otras enfermedades del aparato digestivo como el Crohn.

Por tanto, la intolerancia a la lactosa puede aparecer en cualquier momento de manera imprevista y puede afectar a cualquier persona, incluso a aquellas que nunca antes habían tenido problemas para tomar lácteos.

Tratamiento

Actualmente no existe ningún tratamiento que ayude a nuestro cuerpo a producir lactasa. Por lo que, el primer paso para el tratamiento de la intolerancia a la lactosa consiste en reducir el consumo de leche y productos lácteos en nuestra dieta.

Esto no significa que debamos eliminarla drásticamente, se trata de un proceso que puede llevar meses. La mayoría de los pacientes pueden seguir tomando pequeñas cantidades de productos lácteos. Aunque la cantidad de lactosa que se pueda tolerar variará dependiendo de las causas que producen esta intolerancia y del organismo de cada persona.

En cualquier caso, si se reduce el consumo de lácteos, es esencial mantener un adecuado aporte de vitaminas y calcio con alimentos como la naranja, los higos deshidratados, el salmón, la sardina o los frutos secos.

En aquellos pacientes en los que la intolerancia a la lactosa es muy grave, y no toleran ningún alimento que incluya lactasa, deberán poner especial atención a la hora de realizar la compra.

Aunque no lo creamos, alimentos como el pan, las galletas y bollería industrial, los cereales o purés y carnes preparadas, o productos de charcutería como el jamón york, pueden contener lactosa.

¿Cuáles son los alimentos libres de lactosa?

Entre los alimentos aptos para personas con intolerancia a la lactosa encontramos:

  • Frutas, verduras y hortalizas.
  • Frutos secos como almendras, pistachos, cacahuetes, avellanas…
  • Legumbres y cereales que no estén enriquecidos con leche u otros lácteos.
  • Alimentos dulces como el chocolate puro, mermelada u horchata natural.
  • Carnes y pescados. En estos casos, la mejor opción es elegir variedades semigrasas. Los embutidos magros y el jamón serrano también son alimentos libres de lactosa.
  • Aceite de oliva y semillas, así como mantequillas y margarinas vegetales.
  • Bebidas como el agua, las infusiones o los zumos naturales. Se debe evitar el consumo de alcohol.
  • Leche sin lactosa, leches vegetales como la de soja o almendra, y productos como el tofu.

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