La pandemia hizo que las mascarillas se convirtieran en un complemento más para nuestro día a día. El fin de su uso y la vuelta a la normalidad ha sido motivo de alegría para muchos.
Sin embargo, para otras personas, decir adiós a las mascarillas no va a ser tan fácil, y en algunas, incluso, puede provocar estrés o ansiedad. Este problema es lo que se conoce como el síndrome de la cara vacía.
El síndrome de la cara vacía es el término que se le ha acuñado a una nueva patología provocada, según los expertos, por el malestar que ocasiona, por un lado, quitarnos la mascarilla por el miedo a contagiarnos de coronavirus, y por otro, por la sensación de inseguridad que se genera al dejar la cara descubierta y mostrarse a los demás.
¿Quiénes son las personas más afectadas?
El síndrome de la cara vacía puede afectar de forma más directa a ciertos grupos de personas, como son los jóvenes y los adolescentes, ya que se encuentran en una etapa de la vida de crecimiento tanto físico como mental, y en un continuo cambio.
Para muchos de estos jóvenes, la mascarilla ha servido durante los dos últimos años como protección para ocultar rasgos faciales que les provocaban inseguridad como acné, vello u ortodoncias.
Pero esto no solo ha influido en el ámbito físico, también en el emocional. En algunas personas, la mascarilla ha sido una barrera para no mostrar sus expresiones o vencer tu timidez.
Aun así, a pesar de que los jóvenes son más propensos a padecer esta fobia, no es algo que afecte exclusivamente a este colectivo. Cualquier persona que presente alguna inseguridad o complejo, o que, simplemente, tenga miedo al virus, puede llegar a sufrirlo.
Consejos para afrontar el síndrome de la cara vacía
Para hacer frente a la fobia de quitarse la mascarilla, en primer lugar, hay que tener que no es obligatorio hacerlo. Si la principal causa es el miedo al contagio, una opción podría ser esperar y ver cómo evoluciona la pandemia, la incidencia de casos, y poco a poco decidir si exponernos o no, y en qué lugares hacerlo.
Otro consejo es deshacernos de ella en pequeños y determinados grupos, en los que nos sintamos cómodos y seguros.
Por otro lado, en casos más graves como el estrés o la ansiedad, es esencial hacerlo de forma progresiva, y tomarse el tiempo necesario. Es muy importante, además, la aceptar y normalizar las emociones. Es decir, saber detectar el miedo y entenderlo como algo normal.
En los más pequeños, la obligatoriedad de llevar mascarillas en las aulas también ha llegado a su fin. Por ello, es esencial que tanto padres como profesores, expliquen a los niños la nueva situación en la que nos encontramos, y las excepciones en el uso de la mascarilla.
Por último, es necesario resaltar todos los beneficios que nos aporta este nuevo contexto:
- Posibilidad de respirar un aire más puro.
- Evitar problemas como el acné o la descamación de la piel, sobre todo, en la zona de la barbilla.
- Evitar roces detrás de las orejas.
- Mayor comodidad a la hora de realizar ejercicio.
- Posibilidad de interpretar gestos y emociones cuando nos comunicamos con las personas.
- En los niños, facilita el aprendizaje a la hora de establecer el lenguaje.